Con frecuencia les pregunto a los niños ¿por qué un curso de oratoria?, y responden que no lo saben, que su mamá los inscribió; y cuando les insisto ¿por qué creen que su mamá los inscribió?; entonces me dicen porque soy un poco callado, porque quiero hablar en público o porque soy tímido y quiero desenvolverme.
Pues bien, son los padres los que se dan cuenta lo que necesitan sus hijos aunque en un inicio el mismo niño rechace o no se sienta motivado por el curso. Sabe que lo van a invitar a hablar delante de sus compañeros, algo que no acostumbra hacer, pero poco a poco, exponiendo temas que les interesa van ganando confianza y se van soltando.
Al comienzo deben cultivar la serenidad ante los posibles errores, es parte del aprendizaje, después todo será más fluido y se habrá dominado el miedo al escenario.
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Niño Zamir, 7 años, en su primera presentación. |